Thursday, June 6, 2013

Teofília

Volví al patíbulo central donde mis sueños se habían quedado olvidados, jamás creí volver a ese siniestro lugar donde los mismos sacerdotes se encargaron de deshacerse de la más mínima partícula de amor que pude haber sentido por él.

Sin embargo ahí seguía, erguido como si el tiempo no hubiera pasado; tanto impacto me ha causado el verle de nuevo, lo confieso. un poco descuidado por el abandono que le pude haber dado, pero aún hermoso. Mi oráculo sagrado seguía fuerte como siempre.

Acompañado de un ángel le vi esta tarde, como siempre, custodiado; puesto que la más hermosa y valiosa pepita de oro vale lo mismo que un trozo de carbón a su lado. No pude verle a los ojos, ni siquiera fui digno de mirar su rostro ¿Cómo podría? Moriría con solo intentarlo aunque morí mil veces después por no contemplarle.

Se desprendió de sus bello querubín y se caminó a mi lado, yo mudo. ¿Cómo saber recibir al que no esperabas recibir de nuevo? Mi templo se había destruido; con él, todo vestigio divino que le recordara. Los evangelios escritos en su nombre se habían quemado cuando se fue y mi religión pereció.

El mundo parecía tan insignificante a su lado, los problemas desaparecieron, y las insignificantes alegrías que pintaban mi grisácea vida se volvieron tan monumentales que no pude contener la obvia sonrisa ni las palabras: “Me da gusto volverte a ver”.

Su siempre profunda seguridad en sí me hace saber que ha estado bien, aunque eso no sea cierto, ¿Cómo puede dejarlo saber? El tiene que ser perfecto, demasiados ateos dicen que no lo es, pero yo, su infalible devoto, puedo asegurar con mi vida lo contrario.

La lengua popular no dice más que la verdad, a su lado todo es extraño; el ambiente cambia, la temperatura aumenta y el tiempo, como papel consumido por el fuego se evapora en un instante. ¿Tan pronto ha pasado demasiado tiempo? ¿Qué fue de mi vida estas últimas horas que he estado a tu lado?

-Has vuelto a la vida después de tu letargo- me dijo, y así parecía. Cada paso que daba era seguido por una estela de luz tan hermosa que emanaba de su cabello negro. No podía creer tanta hermosura, ¡En verdad está él aquí!

El tiempo desgraciadamente jugaba conmigo y avanzaba aún cada vez más rápido, era el momento de partir, tal como apareció al principio volvió a desaparecer, bello, apacible, despreocupado. ¿Volveré a verlo? No lo sé pero rezó todas las noches porque mi milagro suceda de nuevo.

Ahora sé que la razón de mi diario vivir sigue aquí, y que si sigo siendo tan fiel a su religión podré verle de nuevo ¿Cómo sería mi mundo si no pudiera yo creer que él seguía existiendo?

Le amo, a él, mi Theos.

Friday, June 1, 2012

Herr Hilderman


Lo mandé a traer, doctor- me dijo. -Pero sinceramente no creo que pueda hacer algo para ayudarme. Tal vez pueda recomendarme a un especialista en psiquiatría. Pienso que estoy un poco loco-.

-Herr Hilderman, no veo por qué necesites un psiquiatra. Te ves muy bien- le dije.
-¿Es acaso ese su diagnostico profesional? Tengo alucinaciones. Despierto sudando todas las noches y ahí está siempre. En mi habitación, mirándome, un gran perro terranova con unas blancas patas delanteras-

-Dices que despiertas; ¿Estás seguro de eso? Las “Alucinaciones” a veces son solo sueños-

-¡Oh! Estoy muy bien despierto. A veces me recuesto y permanezco así durante un largo tiempo, mirando al perro tan seriamente como él me mira. La poca luz que entra por la ventana me impide describir nítidamente la escena pero ahí está, y cuando no puedo soportar más su mirada me siento en la cama, enciendo la luz y ¡ya no hay nada!-

-Uhmm, ¿Cuál es la expresión de aquella bestia?-

-Es muy siniestra. Por supuesto yo sé que,  excepto en el arte, la cara de un animal en reposo tiene siempre la misma expresión. Pero este no era un animal normal. Usted sabe que los perros Terranova tienen un aspecto muy apacible, ¿Qué es lo que sucedía con este?-

-Realmente Herr Hilderman, mi diagnostico no tendría valor y es que, yo no atiendo a los perros-. Me reí de aquella estúpida broma que no causó gracia al pobre hombre quien se veía demasiado preocupado por aquellos tormentosos sueños que había tenido desde tiempo atrás. Después de haber reflexionado sobre mi acción poco profesional hacia un paciente, recordé lo que Hilderman mencionó y lo asocié con un evento pasado; mirándolo de reojo, paseándose enfrente de la gran chimenea  y luego sentarse sobre una silla hermosamente decorada del siglo XIX, le dije.

-Hilderman,  tu descripción de la bestia encaja con la del último perro de Franz Schwanzteiger-.

Hilderman se levantó de su silla, hizo una obvia muestra física de incomodidad e indiferencia, se sentó nuevamente. –Recuerdo a Schwanzteiger- dijo. –Creo que él fue, fue reportado como… ¿No hubo nada sospechoso en su muerte?-

Miré fijamente los ojos de Hilderman, y le dije –Hace tres años el cuerpo de tu viejo enemigo Franz fue encontrado en el bosque cerca de su casa y de la tuya. Había sido apuñalado hasta morir. No hubo ningún arresto; no hubo ninguna pista. Algunos de nosotros tenemos “Teorías”. Yo tengo una, ¿y tú?-.

-¿Yo, porque? ¡Válgame Dios! ¿Qué podría saber acerca de eso? Recuerdas que deje Europa casi inmediatamente después… después de un tiempo. En las pocas semanas desde mi regreso no esperaría construir una “teoría”. De hecho, ni siquiera lo había tomado en cuenta. ¿Qué hay del perro?-.

-Fue el primero en encontrar el cuerpo. El perro murió de hambre sobre la tumba de su amo-.

Nadie sabe las fatales consecuencias que pueden traer las coincidencias. Quizá Herr Hilderman no cometió el homicidio o no habría saltado de su asiento como lo hizo. Pero encuentro su nerviosismo muy sospechoso. Hilderman camino varias veces a través de la habitación; entonces, abruptamente me dijo, casi gritando -¿Qué tiene que ver todo esto con mi problema, Doktor Steiger? ¿Olvidó el juramento que hizo al recibirse de la academia de medicina en München? ¿Olvidó para que vino aquí?-.

Me levante del sofá y coloque mi mano sobre su hombro y tratando de calmarlo le dije. –Perdóneme. No puedo diagnosticar su desorden. Ma-ñana, quizás. Por favor valla a la cama y deje su puerta abierta. Pasaré la noche aquí con sus libros, ¿Puede llamarme sin levantarse?-

-Sí, hay un timbre-.

-Bien. Si algo le molesta, pulse el botón sin levantarse. Buenas noches-.

Me senté en uno de los sillones de la gran sala que había sido construida en el siglo XVI, sin duda, los muebles eran antiquísimos pero muy cómodos y estar ahí te transportaba a otras épocas donde los barones alemanes se sentaban en el mismo lugar a beber y mantener encuentros con mujeres galantes en una muy discreta fiesta. Las brasas que salían de la gran chimenea parecían pequeños insectos jugando por los rincones oscuros de aquella habitación. Estaba contemplando el cuarto, sin embargo, en mi mente seguía la idea de que Hilderman pudo haber sido el asesino de su peor enemigo y su conciencia ahora le estaría reprochando sus actos. Seguí pendiente a lo que ocurriera en la habitación de Hilderman, observaba hacia la estancia principal en penumbras donde se encontraban las escaleras pero todo estaba en calma. Aburrido, me quede dormido. Cuando desperté mira hacia el reloj de péndulo del rincón el cual adornaba muy modestamente la gran sala y que estaba seguro tenía una muy interesante historia que contar sobre los buenos años de esta preciosa casa, sus fiestas clandestinas, sus amantes, pasiones, amores, desamores, odio, trifulcas, muertes. Eran 27 minutos después de la medianoche, moví las brazas del fuego casi extinto, tome un libro de la mesa y leí el titulo, “La Asesina Ilustrada” de Enrique Vila-Matas. Abrí el libro al azar y empecé a leer:

“…….El referente inmediato sobre esta temática perturbadora es El nombre de la rosa de Humberto Eco. Este libro, como objeto, causa la muerte del lector, es decir, no es necesario leerlo, incluso basta con pasar las hojas para que seamos presas de la muerte. Pero lo que se teje en “La asesina ilustrada” de Elena Villena……..puede ocasionar precisamente el deceso del ser humano-lector; el mundo ficcional irrumpe trágicamente en el mundo real, el libro puede estar allí meses, años, su simple contacto es inofensivo. Es en el enfrentamiento del lector-texto discurso cuando se produce el acontecimiento inesperado, quien buscó sosiego en el mundo ficcional se encuentra de pronto con la muerte.”

La lectura me fue interrumpida por un estremecimiento de la casa, como la caída de algún objeto pesado. Tiré el libro, y corrí hacia las escaleras hasta la habitación de Hilderman. Intenté abrir la puerta pero contrario a las instrucciones que le había dado la puerta estaba cerrada por el otro lado. Intenté abrir la puerta con el hombro y la golpeé con mucha fuerza para abrirme paso. En el piso cerca de la desordenada cama, con su pijama puesta, yacía Hilderman, boquiabierto y casi sin vida.

Levanté la cabeza del hombre moribundo y observé que tenía una herida en la garganta. –Debí haber pensado en esto- dije, creyendo que había sido suicidio.
En la autopsia que le hicieron cuando Hilderman murió, descubrieron inequivocables marcas profundas de colmillos de un animal en su yugular. Pero no había ninguno en la habitación de Hilderman aquella noche.


Sunday, May 13, 2012

Antología de las noches perdidas


Desperté en punto de las 9.00 el abrumador pitido del despertador interrumpió el profundo sueño donde aparecías de nuevo. Consiente, sé que falta algo. Volteo y a mi lado donde solía estar tu cuerpo desnudo cubierto solamente por la delgada sabana blanca que dejaba ver tu bella espalda marcada ahora hay una cama a medio tender, pero ¿Dónde te has ido?
Seguro estoy que ayer en la noche estábamos juntos ardiendo en el fulgor pasional, labios ardientes tratando de erradicar cada centímetro de nuestros cuerpos que no haya quedado marcado por nosotros mismos. Besos, mordidas, caricias, abrazos… todo.
Sin embargo no te encuentro, todo parece distinto; no era como lo vi ayer. En el buro no sigue la foto donde tú y yo aparecíamos abrazados en medio del parque San Francisco. ¿Dónde está mi foto? No lo sé. El lado de tu cama esta frio como si no hubieras pasado aquí la noche, lo cual es absolutamente imposible, porque todavía te siento.
¡Carajo, pero que pendejo soy! Tengo tu número, ¿Debería llamarte? Por supuesto que sí. Un buen motivo habrás tenido para irte mucho antes de que sonara el pinche celular. Busco tu nombre; -R- y no hay contactos. Tal vez con –E-, tampoco. Quizá con –K- pues así te solía llamar siempre. No hay contactos.
¿Qué ha pasado con mi celular? No tengo tu numero, pero ¿Por qué?
Aun no logro recordar nada y todo parece tan diferente. Como si hubiera dormido por meses, necesito saber que sucedió, pues ahora empiezo a sentirme algo tenso y muy confundido.
En la ducha, escucho el sonido de la puerta del baño. Pienso que eres tú entrando como todas las mañanas para bañarte conmigo. Me encanta enjabonar tu cuerpo, abro la puerta de protección pensando en que voy a decirte para convencerte a que te metas a bañar pero, observo y no hay nadie. Solo fue el adorno que se ha caído.
Regreso a mi habitación y me dirijo hacia el closet para tomar mi ropa y así dirigirme a la facultad. He planeado más tarde poder ir a verte a tu universidad para que me digas que es lo que ha pasado. Es como si sufriera de amnesia. No puedo recordar si quiera tu rostro. Pero sé que yendo a Relaciones Internacionales podre recordar algo que me acerque aun más a ti.
Entro al closet y tropiezo con una pequeña caja, y como los psíquicos que al tocar las cosas saben que pudo pasar, tomo la caja y figuro tu rostro. Tierno, varonil, hermoso, de ángel.
Me siento en la cama y con miedo a saber lo que pueda contener; la abro y todos tus pequeños detalles están ahí, por fin he encontrado la foto en San Francisco, las fotos de tu infancia, las fotos de estos 3 meses.
Todos mis recuerdos y mi vida durante tres meses estaban guardados ahí. Miro el calendario y me doy cuenta que ya no es julio sino octubre. Es curioso me quede dormido a tu lado en julio y me he despertado solo en octubre. Tres meses se han ido en una sola noche.
Al final de los recuerdos capturados me encuentro con la medicina que me provoco la maldita amnesia. Una carta.
Una carta de ruptura.

Tuesday, May 1, 2012

AMOR en 410 palabras


Hoy no estoy de humor para escribir, además, creo que ahora me será imposible hacerlo. Apenas y puedo mover los dedos de la mano pues la fuerza vital que queda en mi cuerpo lucha una batalla campal sin tregua justa con la muerte.

Hoy no estoy de humor para reír, ya no puedo. Aquel sentimiento alegre y vivido que todavía vagaba por algún lugar de mi podrido corazón se ha ido para siempre. No tenía ningún motivo para quedarse y lo entiendo. Sin él a mi lado, la inspiración mas vana de poder sonreír desapareció por completo.

¿Por qué la vida de un amante es tan efímera como volátil? Llega a tus brazos tan pesada y rápida como un tren en movimiento, pero se desvanece y se pierde como arena entre los dedos. La vida tiene sentido sin él; pero es aun más exquisita cuando está a tu lado, compartiendo cada minuto y convirtiéndolo en eterno grabado en el libro de tu vida. Aquel donde tus recuerdos más bellos parecen florecer y donde los más nefastos queman y ennegrecen las hojas blancas de la vida.

Hoy no estoy de humor para llorar; aunque pudiera, cada gota derramada diluiría el rojo profundo que emana de mi cuerpo. Aun con la música más triste del mundo, que podría recordarte pasadas agonías. Mi llanto tiene solo un nombre por destinatario y me duele más una lágrima vertida que las heridas abiertas de mis puños.

¿Quien dijo que el amor también es dolor? Lo invito a escribir una respuesta. Lo invito a darme su versión de la historia. El dolor es la consecuencia nefasta del desamor y el desamor es el antónimo mas odiado del amor. El amor no debería ser dolor, bastardos.

Hoy no estoy de humor para pensar. Lo único que quiero hacer es sentarme a esperar paciente que los espasmos involuntarios y dolores punzantes cesen y que el dolor sentimental se valla junto con las esperanzas de una vida a su lado. Junto con la alegría de verlo un día más, de verlo mirarme, sonreír, comer, soñar, dormir, vivir.

Hoy no estoy de humor para seguir viviendo; y ha sido la acción más acertada desde mucho tiempo atrás. He tomado valor para al fin librarme de todos esos sentimientos tan negros que guarda celosamente la vida. Para al fin librarme de su sombra y de su nombre, para al fin librarme del llanto amargo que provoca su recuerdo. Para librarme de mí.


Friday, April 27, 2012

Lycos


Bien pudo concertar otro encuentro con alguien más, sin embargo, no lo hizo. “Lycos” parecía un sobrenombre cargado con mucho vigor para alguien que solo buscaba sexo esa noche. La ciudad estaba casi desierta, excepto por esos lugares donde los jóvenes se reunían para bailar, trasnochar, beber, fumar y aparearse como fenómenos de circo ante las miradas penetrantes de los voyeristas en los cuartos oscuros de algunos antros.

La discreción era su fuerte; trabajaba en la oficina del ayuntamiento y se consideraba como la mano derecha del alcalde quien ya llevaba dos elecciones, fraudulentas y con muchas malas acciones de administración gubernamental como la venta del treinta por ciento de terreno del cementerio local a un empresario chino quien planeaba construir una gasolinera y un cine erótico. El ambiente nocturno era un tanto diferente a las demás noches, después de tres días de intensas precipitaciones pluviales, la luna se mostró detrás de unas nubes dispersas y difuminadas como si el dedo de Dios hubiera pasado sobre ellas barriéndolas y mezclándolas homogéneamente con el cielo oscuro.

Era una luna grande, amarilla, con mucha luz y en perspectiva, no parecía rebasar los 20 metros del edificio más alto de esa ciudad hundida en la pervertida noche.
Recibió un mensaje instantáneo de “Lycos”, <<Vivo a dos cuadras de tu departamento, tienes suerte. Vas a pasar una noche inolvidable, estoy muy caliente y quiero aparearme contigo. Mi número, 646 489 0962, márcame en veinte minutos para que te regrese la llamada y sepas que tienes que abrir la puerta del edificio, no es lo único que vas a abrir o lo que voy a abrir>>. Las palabras eran un poco más fuertes que esas, la discreción y el pudor me impiden poner sus líneas reales.

La excitación se hizo presente después de leer su mensaje, podía sentir el deseo de penetración en su cuerpo y empezó a tocarse. Treinta minutos después, conoció a “Lycos”. Un chico muy atractivo, de quien dudaría irrefutablemente fuera soltero o que no tuviera pretendientes. De un metro noventa centímetros, piel morena, cabello negro largo hasta las mejillas, labios delineados carnosos; aun con la playera puesta, podían verse unos pectorales trabajados y un abdomen de adonis a cual ningún mortal podría resistirse a morder desde la boca del estomago hasta la parte baja de su vientre el cual, por cierto, tenía una fila de vello púbico invitando a aventurarse y descubrir los placeres de Eros.

La charla duró mucho menos de lo que yo como autor había premeditado. Después de haber atravesado unas frases, ambos ya habían pasado a la alcoba deshaciéndose de su ropa mutuamente. No sé quién de los dos estaba más deseoso de tener al otro sobre la cama, si quién envió el mensaje o quien buscaba un encuentro. “Lycos” se veía muy sobre exaltado al tener un cuerpo tan suave y frágil como ese, al contrario de “Lycos”, solía hacer spinning, yoga y Pilates. Su piel era blanca y tersa, tenia ojos color miel y su cabello olía a pétalos de flores rojas como la sangre que hacía a su piel cambiar de color con el furor de la sensación al tener un cuerpo que hervía junto al suyo y un miembro erecto que sentía debajo del bóxer de “Lycos”.

No se molestaron en apagar las luces, el departamento estaba en un quinceavo piso y era el primer edificio de la zona alta de la ciudad, eran privilegiados pues tenían una vista magnifica de la ciudad, podían ver a todos y ninguno podía verlos. “Lycos” tomó con un brazo el cuerpo frágil que tenía como pareja esa noche y se dejó caer con ese cuerpo sobre la cama; de un jalón desgarró la ropa interior que su pareja llevaba todavía puesta y aunque su amante quería hacer lo mismo tuvo que conformarse con pedirle amablemente que se lo quitara pues era tan débil como una flor marchita.

Todo parecía marchar tan excitantemente bien por ambas partes; tanto, que la pareja de “Lycos” parecía disfrutarlo mucho, con excepción de que su cuerpo percibía el aumento de la temperatura de “Lycos” quien sudaba en exceso como si la lluvia se hubiera mudado de la ciudad a la habitación donde se llevaba el acto. Sin embargo, eso no parecía importar a la persona que estaba debajo de “Lycos”; más bien, parecía excitarle aun más y a “Lycos” parecía no importarle.

Déjeme decirle que todo sucedió tan rápido que ni siquiera yo pude preverlo, la pasión cegó mi sentido de alerta, y bueno ¿Quién necesitaría usar ese sentido cuando esta presenciando un acto tan exquisito como el descrito? Eran más de las once cuando “Lycos” penetraba vigorosamente a su amante quien parecía disfrutar cada momento de la velada.

Justo cuando su pareja había pensado que el éxtasis llegaba a “Lycos”, paso las manos por su espalda caliente y pudo sentir, al arañar su piel morena que las vertebras de la columna era cada vez más pronunciadas, como una cordillera montañosa que corría desde la nuca hasta el coxis.

Fue cuando la pareja sexual de “Lycos” paso a un estado de conciencia y fue la primera vez desde que habían comenzado los besos que no lo había escuchado producir un sonido más que un gemido gutural muy grave, como el de un corredor fumador compulsivo que no tenia mas vida deportiva que el abrir una cajetilla. Y ya no era su imaginación que provocaba un estado de hipnosis sexual, ahora podía asegurar que el cuerpo de “Lycos” se hacía cada vez más pesado y cada vez más caliente.

Cuando quiso hablar con “Lycos”, no pudo emitir ningún sonido porque el peso de semejante moreno oprimía la caja torácica de su pobre amante, quien intento advertirle de tan inoportuna situación tomándolo por las caderas que arremetían cada vez mas fuerte sobre su pelvis casi destrozándole su esfínter y los huesos de esa zona. Su cabeza estaba de lado sobre la cama por lo que le impedía ver el rostro de ese amante fogoso que tenía encima, pero escuchaba su respiración, que iba ascendiendo cada vez más.

La desesperación al no poder respirar por tener ese pesado cuerpo se apoderó de la pobre criatura de 21 años que luchaba por apartar a “Lycos” pero, para su desgracia, las sesiones de spinning y yoga no le habían dado la fuerza suficiente para poder quitar a un hombre que prácticamente le triplicaba en peso. Intentó apartarlo por última vez antes de desmayarse por falta de gas vital en sus pulmones, cuando estaba a punto de perder el conocimiento “Lycos” lanzó un grito ahogado, como si hubiera llegado al orgasmo por lo que levantó su cuerpo y se apoyó sobre la cama con las manos sin apartarse del cuerpo delicado que una vez pudo sentirse libre para respirar, inhalo una gran cantidad de aire como ávido de obtener todo el posible de la habitación.

Después de recobrar el aliento, estaba a punto de perder la cordura y hacerle saber a “Lycos” su impertinencia por no poner ni un poco de atención a su amante ocasional. Viro la cabeza para observar el rostro de “Lycos”; fue cuando su estado de conciencia quedo inerte, un sudor frio corrió desde la punta de sus pies hasta su nuca y cada poro de su terso cuerpo broto haciendo su piel parecer a la de una desafortunada gallina decapitada puesta a hervir en una vaporera.

“Lycos” tenía una expresión muy particular en su rostro, era una mueca tan aterradora que podía haberla usado un artista escultor para hacer un trabajo gótico en alguna nueva iglesia que necesitara dos enormes gárgolas en las torres para simbolizar el alejamiento del demonio en la nueva morada de Dios. Aunque “Lycos” no era una gárgola la expresión facial lo hacia parecer mucho a una. “Lycos” no gritaba solo jadeaba como si el fumador estuviera ahora presentando un cuadro de insuficiencia pulmonar crónica.

El miembro de “Lycos” que aun seguía en el delicado cuerpo de su amante engrosaba rápidamente lo que hacía sufrir a su pareja profusamente pues parecía ser penetrado por tres miembros a la vez y sin posibilidades de poder moverse, la inocente pareja de “Lycos” se encontraba entre la cama y ese cuerpo mutante. Un hilo de saliva que brotaba desde la boca torcida de “Lycos”,  esa boca dejaba ver unas encías sangrantes rojas, la sangre se mezclaba con la saliva que iba descendiendo hasta el pecho de aquella pareja sexual quien solo buscaba un buen encuentro nocturno y trabajar en el aburrido ayuntamiento al día siguiente.

Quería gritar pero el aire recobrado no era suficiente hasta ese momento y por si fuera poco, su cerebro se había desconectado por un momento del sistema nervioso y aunque su subconsciente indujera alguna reacción coordinada del cuerpo en respuesta para protegerse del peligro, la gran computadora central no reaccionaba por falta de oxigeno o tal vez por que predecía lo que a continuación sucedería, así que no vio ningún objetivo en gastar energía que podría ocupar mas tarde para seguir activo.

Los ojos sangrantes de “Lycos” miraban hacia muchos lados y ninguno a la vez, los glóbulos se movían demasiado rápido y parecían lubricarse con las lágrimas que salían de aquel moreno al sentir dolor físico por la metamorfosis que sucedía en su cuerpo. Un crujido como el de hojuelas de maíz tostado siendo trituradas por las mandíbulas de los pequeños infantes podía escucharse dentro del cuerpo de “Lycos” sus huesos se quebraban para dar más espacio a los órganos que crecían junto con el cuerpo.

De su boca comenzaban a caer los dientes y eran remplazados por enormes colmillos amarillos, las mandíbulas de “Lycos” sangrantes por la muda de dientes se quebraron y se salieron protuberantemente simulando la forma de un hocico canino en el cual, los ahora colmillos del monstruo salían horrorosamente de ese hocico sangriento. La piel de la espalda se desgarro y un tumor muscular broto con solo un poco de vello el cual ya le empezaba a cubrir todo el cuerpo aunque no en cantidad.

Para este momento, el hermoso y tierno cuerpo blanco amante que aún seguía tieso y frio como cadáver aunque todavía no lo fuera permanecía observando en primera fila aquella grotesca metamorfosis que sucedía justo en su cama, tal vez haya sido buen momento para gritar pero permaneció inmutado un horrendo grito interrumpió mi concentración cuando “Lycos” penetro la espalda de su amante con las gruesas uñas que aparecieron tan rápido como cuando ambos habían pasado de una charla a unos besos y luego a desnudarse y luego a aparearse. Ahora la pareja de “Lycos” podría volver a vaciar el aire de sus pulmones en un grito tan desgarrador que ni el mismo “Jack the Ripper” pudo haber logrado con alguna de esas tantas prostitutas que abrió vivas.

“Carajo, debí haber dejado este desmadre para otra noche”, seguramente eso debió pensar esa persona influyente de las altas esferas de gobierno. Pero hoy era su noche, hoy moriría. Aunque le costaba trabajo asimilarlo, como poder asimilar ser muerto por un maldito moreno hermoso con quien había pasado una buena hora de sexo y que de la nada se había transformado en un desquiciado sangriento zoofílico. También pensaba en la mierda que dicen sobre ver la vida pasar por tus ojos, lo único que veía era un endiablado animal encima de él y lo único que pensaba era en cómo fue tan idiota como para buscar un rato agradable con alguien, habiendo tantos juguetes debajo de su cama, ¡Maldita sea! Ahora entiendo tu seudónimo maldito anormal, pensó también.

Ahora no pensaba nada, la antesala a su muerte había empezado.

“Lycos” termino de jadear tan repulsivamente como en su proceso de transformación, ahora solo miraba detenidamente a todos lados de esa extraña habitación donde se encontraba, no podía distinguir colores solo luz y sombras, movimiento. Pudo olfatear el sudor mezclado con testosterona lo que hizo a “Lycos” eyacular al instante, un chorro caliente casi hirviendo de semen fue expulsado sobre el vientre de la pareja, lo que hizo moverse con cierto asco e incomodidad al sentirlo sobre su piel. “Lycos” notó que no era el único en la extraña habitación, bajo la enorme cabeza amorfa y se vieron a los ojos, por primera vez desde que ambos habían entrado a la habitación.

“Lycos” tenía unos ojos inyectados de sangre y su mirada era tan siniestra como la de algún demonio, proyectaba odio y abominación. “Lycos” acercó su hocico enorme a la cara de su pareja. Lo único que pudo pensar la pareja sexual de “Lycos” en ese momento fue la forma de poder suplicar, “-Por favor…..-” fue lo mejor que se le ocurrió.

El último beso, “Lycos” abrió sus fieras mandíbulas y las coloco en los labios rojos de aquella persona, cuando “Lycos” levanto su amorfa cabeza se llevo consigo los labios, nariz, barbilla y parte de las mejillas de su caliente amante. Quien esta vez grito aun más de lo que había gritado en toda su vida. Una última acción silenció a su amante para siempre cuando de una mordida le cerceno la cabeza.

En aquel pasillo largo y solitario del quinceavo piso, justo después de las 12:55 de la mañana. Un terrible y sobrenatural sonido pudo escucharse detrás de la puerta del departamento 1566. Era similar al aullido de un lobo.



Friday, April 13, 2012

Wise County

Molly Thompson se sentó con las piernas cruzadas sobre el sofá del viejo Tin Lizzie 1900 resguardado en la cabaña del tío James; la muñeca de trapo que su madre hizo para ella y desde entonces era su favorita colgaba bajo su brazo izquierdo. El tenue sol que anunciaba la inminente llegada de la noche destellaba rayos de luz que pasaban a través de las hojas del enorme roble las cuales proyectaban sombras que se refugiaban en la cornisa del auto. El movimiento dorado de las hojas atrajo a la niña quien esta vez se recostó sobre el sofá con la cara hacia arriba, como si ese jugueteo que hacían las hojas y el sonido que producían cuando el viento pasaba entre ellas la hubiera hipnotizado. Los murmuros de una conversación comenzaron a ser presentes dentro de la cabaña.

-“Elly, no sé cómo expresarte mi alegría y agradecimiento por haber ido con nosotros a la iglesia. ¿Por qué no pasas aquí la noche? Se está haciendo tarde y para antes que llegues a casa ya estará oscuro”.- -“Estaré bien Fanny”- respondió la madre de Molly. -“Además, ya sabes cómo es Rob cuando cena, no importa que deje bastante comida para él y los muchachos en la estufa, no comerán hasta que estemos  en casa. Y estoy segura que va a querer saber quien fue la persona que habló con ustedes para convencernos en ir a la iglesia”.-

La risa que siguió lo que Elly había dicho rompió las meditaciones de la niña quien se puso de pie, acomodó su vestido y camino hacia adentro. -“Ponte tu suéter Molly. Cuando el sol baje vas a tener frio”-. Replicó su madre. Cuando la pequeña se dirigió hacia la silla junto a la chimenea para tomar su suéter, su tío entró por la puerta trasera de la pequeña cabaña con una lámpara de petróleo.

-“Vas a necesitar esto Elly. La mezcla es nueva, la llené por ti”-. -“Muchas gracias Jimmy”-, respondió Elly -“Le diré a Rob que te lo devuelva la próxima semana que vaya al pueblo”-.

Elly le dio un beso a su hermano y abrazó suavemente a Fanny. Dando golpecitos al vientre de su cuñada donde un pequeño ser estaba creciendo dijo, -“Regresaré al final del mes. No levantes nada pesado. Si las náuseas te molestan, bebe un poco de té de menta que te dejé en la cocina. Dios sabe que jamás había visto a un bebé que tuviera a su mamita tan enferma como este. ¡Seguramente será niño!”-.

Al oír esto, Molly levantó la ceja. Ella era la más joven de su familia, y la única mujer. Después de vivir con sus cuatro hermanos, había orado fervorosamente a Dios todas las noches para que le permitiera tener una niña a su tía. El único consuelo que tenía era esa añeja muñeca de trapo. Tomando su muñeca como siempre bajo el brazo y envolviéndose con su chal, Molly esperó pacientemente. La tía Fanny besó la mejilla de la pequeña y la abrazo con ternura. -“Si tengo una niña espero que sea tan dulce como tú”-. Molly sonrió. -“Adiós princesa. Cuando esa vieja mamá gata tenga gatitos de nuevo, te daré el primero”-.

Molly lanzó una expresión de felicidad y se olvidó momentáneamente de los grises pensamientos sobre los chicos. Elly tomó su chal, cubrió sus hombros y pasó el resto de su prenda por uno de sus costados; recogió el quinqué que ya estaba encendido y tomando la mano derecha de Molly, las dos emprendieron su camino de regreso a casa en un trayecto de aproximadamente tres millas. Las lluvias de la semana pasada habían dejado el camino casi intransitable para cualquiera a pie; así que, Elly y su hija tendrían que regresar del mismo modo en que habían venido, siguiendo las vías del ferrocarril. El camino por las vías era aproximadamente una milla y media más largo pues rodeaba montañas y atravesaba valles donde había minas de carbón.

Una vez en las vías, retomaron el trayecto a casa. Elly empezó a decirle a Molly cosas sobre los trenes y sobre todos los lugares lejanos adonde llegaban. La niñita amaba escuchar las historias que su madre le contaba, historias acerca de esas grandes ciudades que se encontraban muy lejos. Molly había estado en el pueblo solo un par de ocasiones y nunca había salido de Wise County. Ella recordó lo que una vez su papá le contó acerca de su hermano Joe.

El tío Joe había dejado el condado el condado, así como el estado de Virginia. Él estaba en un lugar muy lejano llamado Cuba, peleando para un hombre llamado Roosevelt. Molly se preguntaba qué tipo de lugar sería Cuba y si era algo parecido a Wise County.

Los últimos rayos de sol estaban desapareciendo detrás de las montañas arboladas. Las temibles sombras se levantaron omnipotentemente sobre el denso bosque a ambos lados de la vía. Los sonidos de los animales nocturnos provocaron que la pobre niña saltara, pero la voz consoladora de su madre calmó sus miedos.

-“Todo está bien cariño, son solo zorros y grillos”-.

El lamento fúnebre de un búho se escuchó dentro de la oscuridad y Molly inconscientemente apretó la mano de su madre. Finalmente, la noche envolvió el paisaje, y todo lo que podía verse era la luz de la lámpara de petróleo y las sombras de los objetos detrás de las dos mujeres que parecían danzar gustosas de tener entre ellas a dos indefensas personas. Era una noche sin luna, y la luz débil de un cielo poco estrellado se desvaneció entre las nubes que se movían. Molly tropezó con las tablas y la grava suelta de la vía, fue entonces cuando Elly comprendió que su hija estaba cansada. -“Descansaremos aquí pequeña. Creo que ya nos falta menos de una milla”-. Elly bajo la lámpara y las cansadas viajeras se sentaron sobre la barra de la vía.

-“Mami, la oscuridad me asusta mucho ¿Dios nos mirará y nos protegerá, verdad?”-.

-“Sí Molly. Recuerda lo que el nuevo predicador dijo hoy en la iglesia. El buen Señor siempre está contigo, y cuando necesites Su Fuerza, invoca Su Nombre. ¡Haz lo que yo hago!”-.

-“¿Qué mamita?”-

-“Bien”-, dijo Elly mientras acariciaba el cabello de su hija. -“Yo canto uno de mis himnos favoritos”-.

Al escuchar el consejo de su madre Molly se distrajo por un sonido. El sonido provino de la dirección que ellas ya habían recorrido, los ojos de la pequeña dirigieron la mirada hacia las vías pero solo había oscuridad tan profunda como tinta. Eso era muy aterrador para ella, pues el sonido era diferente a los que ya se había acostumbrado a escuchar por todo el camino. El nuevo sonido era lento como de alguien caminando hacia su dirección.

-“¿Mamita, oyes eso?”-

-“¿Qué cariño?”- Molly se arrimó más cerca de su madre y dijo, -“¡Alguien viene!”-.

Elly abrazo a su hija para calmarla y contesto, -“Estás imaginando cosas Molly. Ya descansamos bastante. Vamos a casa o tu papá se preocupará”-.

Elly recogió la lámpara, tomó de la mano a Molly y reanudaron su viaje. Después de un rato, el sonido que había asustado a la pequeña se escuchó de nuevo. Esta vez, los pasos eran distintos y, definitivamente más cerca. El sonido de botas pesadas hizo eco en la oscuridad.

-“¡Mamita, lo escucho de nuevo!”-.

-“Silencio nena”- Elly alumbro con la lámpara a su alrededor. -“Ves, no hay nada allí”-.

Molly tomó con firmeza la mano de su madre y apretó su muñeca de trapo fuertemente. El grito del búho se seguía escuchando en la distancia, y la brisa nocturna susurraba en las hojas de los arboles.

-“El aire huele como a lluvia”- menciono Elly. -“Pronto estaremos en casa nena. Más allá está la última curva”-. Molly encontró el consuelo en la voz de su madre, pero en la oscuridad detrás de ellos, los pasos sonaban más estrepitosamente. Era el sonido de botas, las botas pesadas del errante.

-“¡Mamita, está acercándose!”-

Elly alumbró nuevamente a su alrededor y dijo, -“Molly, no hay nada allí"-. Un silencio temporal irrumpio en sus siguientes palabras, viró la cabeza de nuevo y continuó. -"Te digo algo, cantemos <<Cerca de Ti Señor>>”-.

Molly cantó con su madre, pero su voz tembló con el miedo de los pasos que venían más y más cerca. Molly no podía entender por qué su madre no escuchaba tal sonido.

Las luces de una pequeña casa se vislumbraban através de los arboles. Un perro ladraba a lo lejos lo que originó un final abrupto en la canción.

-“Ves pequeña, ya casi estamos en casa. Sulley vendrá a nuestro encuentro. Ese perro viejito que cazó leones de montaña con tu papá y cuida nuestra casa es un buen guardian”-.

-“Apresurémonos entonces mami. ¿No puedes escuchar? Está más cerca y estoy asustada. ¡Corramos!”-.

-“Bien pequeña, pero mira, te digo que no hay nada”-.

Elly hizo otro chequeo con el quinqué y cuando siguieron caminando ella gritó, -“Aquí Sulley ¡Vamos muchacho!”-

El perro corrió por el sendero que conduce al camino y por poco las dos chocan con el gran labrador. Ahora se acompañaban del perro guardián hacia la casa por el sendero familiar.

-“Elly, ¿Eres tú?”-

El corazón de Molly se lleno de alegría cuando escucho la voz de su padre que entraba a la oscuridad.

-“Sí Rob. Siento mucho llegar tan tarde. Aunque caminamos un poco rápido por esta niña. Esta muy cansada”-

Rob cargo a su hija y la llevo en brazos el resto de camino a casa. Una vez dentro de la cabaña, Elly ayudó a Molly a quitarse la ropa y la acobijo en la cama.

Los sonidos confortantes de las voces de sus padres desde la cocina; incluso los ronquidos de sus hermanos en la parte de atrás hicieron sonreír a Molly y agradecida por que ella y su madre llegaron con bien, realizó una plegaria.

Antes de cerrar sus ojos, escuchó la voz de su madre.

-“Rob, yo oí los pasos. No quise asustar a la niña. Seguí cantando y girando la lámpara a nuestro alrededor y le dije que no había nada que temer. Pero Rob, solo antes que bajáramos de las vías, giré el quinqué una última vez. Fue cuando vi lo que nos seguía. Vi la silueta de un hombre. ¡Un hombre sin cabeza!”-


Sunday, April 1, 2012

Poema Necrofilia

                                   Leopoldo Maria Panero(Prosa)

El acto del amor es lo más parecido a un asesinato.
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer, debajo.

Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la erección de otro yo.

Borrar o ser borrados, tando da, pero
en un instante, irse
dejarlo una vez más
entre sus labios.

Thursday, March 29, 2012

CARTA PARA _________.

Mi amor, felicidades por la boda. La etapa más feliz de mi vida es conocerte, mi único deseo es vestir este hermoso atuendo blanco con brillantes y verte en un traje luciendo fino, elegante, apuesto. Tal vez no lo creas pero estoy muy feliz por dentro, aunque no puedas ver mis lágrimas por el velo que llevo sobre el rostro pero es que creo que me sigue doliendo un poco el día que te vi antes de la boda. Cosas sin importancia, mis lágrimas no arruinarán tu hermoso día. Te amo.
Recuerdo la vez que, como todo un caballero permaneciste debajo de la lluvia esperando que saliera a la ventana para sonreírte y mostrarte la flor como respuesta afirmativa a tu petición para que fuera tu novia. No puedo dejar de pensar en la emoción que sentí cuando escuché tu voz por el celular diciéndome que me veía tan hermosa en un día lluvioso como en un día soleado. A pesar que estabas en la acera de enfrente fue como tenerte junto a mí.

Nunca olvidaré el anochecer cuando, en tu carro nos dimos el primer beso. Fue un momento mágico, bello, inolvidable. Sentí que todo después de eso sería mucho más lindo y que haría ver lo que habíamos pasado antes como algo de novios principiantes, en verdad robaste mi corazón. Mi papá nunca te pudo tratar amablemente hasta el día que tú y yo hablamos con él y para su sorpresa y aún más de la mía; pediste mi mano. Jamás imagine que lo harías sin antes hablar conmigo.

Mi rímel se corrió por primera vez cuando mis ojos despidieron lágrimas de felicidad y emoción al escuchar tu seriedad al hablar con mi padre para ser tu futura esposa. En verdad te amo. Mi padre quedo atónito, jamás lo esperaba. Mi madre que cuenta con la fragilidad sentimental igual a la de un pétalo marchito también lloro porque sabía que su nena viviría otra etapa más en su vida. No me contuve y en cuanto mi papá mostró la primera evidencia de aceptación y dio un paso atrás yo corrí hacia tus brazos y te abracé tan fuerte que no quería que nadie me quitara de tu lado.

Todo estaba tan preparado que bien pudiste armar tú los planes para nuestra boda. No quiero desestimar el trabajo de mamá y papá, pero tu pudiste armar mucho mejor un plan que ellos. Si esa semana no hubiera regresado antes de la agencia de viajes a tu departamento para darte la noticia de nuestro viaje a Phuket, mañana seguiría siendo el día más feliz de mi vida, no quise entrar a tu habitación aunque no necesitaba hacerlo para saber lo que adentro pasaba. Lo sé porque conozco esa voz ardiente que muchas noches escuché cuando tu cuerpo penetraba el mío, tus brazos estrujaban mis huesos y tu boca mordía mi espalda. Maldito Farsante.

Supongo que debería decir lo siento mucho, la última vez que fui a misa el padre me dijo que no debería pensar en eso, que necesitaba despejar mi mente y dejarte fuera de mi pensamiento. ¿Crees que eso es muy fácil? Lo sería si tuviera el corazón tan frio y podrido como el tuyo, pero no. El mío si sangra, y es poco estúpido como para tragarse esa mierda que ha dicho el sacerdote.

No esperaste más que dos días antes de celebrar el día más esperado y con el que sueña toda mujer para escupirme una vez más en la cara. Ahora sé que las más lindas y dulces palabras tienen un trasfondo tan oscuro y perverso cuando salen de tu boca. Mi sueño contigo es ahora sueño de otra mujer. ¿Dime a donde quedé yo?

Tengo puesto mi vestido blanco con brillantes, el velo blanco cubre mi rostro corrido con rímel por nuevas lágrimas que recuerdan cada día vivido a tu lado; todos tus recuerdos, regalos, cartas y fotos están sobre la cama. Puedes venir por ellos si es que quieres volver a regalarlas a tu nuevo trofeo. Lo único que no es para ti es esta nota, quiero llevarme esta nota y mis padres cumplirán lo que aquí escribo pues son los únicos que supieron mostrarme como se siente de verdad amar. Aunque su amor no haya sido como el que yo esperaba de ti. Damien Rice no deja de cantar “9 Crimes” pues no estoy de humor para escuchar otra cosa.

No quiero irme sin antes saber la respuesta a una sola pregunta que jamás imagine podría hacerte en mi vida contigo. ¿Por qué yo? Jamás sabré tu respuesta y de eso estoy muy consciente.

Mi amor, felicidades por tu boda. El momento más feliz de mi vida fue conocerte, mi único deseo después de haber vestido este hermoso atuendo blanco con brillantes es que seas muy dichoso a su lado. Tal vez no lo creas pero ya te he perdonado y estoy muy feliz por dentro, aunque no puedas ver mis lagrimas por el velo que llevo sobre el rostro creo que me sigue doliendo el día que te vi antes de la boda. Cosas sin importancia, mis lágrimas no arruinarán su glorioso día. Adiós.






Por las princesas que ahora están en paz.
Jonathan.

Sunday, March 25, 2012

Llora mi amor, llora.

La última noche que pase en esa casa fue interminable, aunque todas las noches desde que papá heredó ese cuadro del abuelo eran como esta última; hoy parecía casi interminable.

A papá le pareció correcto colocar el cuadro en mi habitación pues brindaba un ambiente de juventud, jovialidad, inocencia. Mamá, al contrario, le parecía poco prudente tener en la casa un cuadro que representa tristeza, dolor, soledad. El abuelo recibió el cuadro de su padre que a su vez, lo había recibido en forma de pago de un campesino italiano quién perdió a su familia y tuvo que pedir dinero para enterrarla durante la guerra que azotó el país en el 45.

Muy bien consevado para ser tan viejo, los colores sobrios y tristes aún se sienten frescos como si su pintor los haya colocado sobre el óleo apenas hace unos meses. A pesar del incendio que devoró el cuarto del abuelo en el ascilo, el mismo que le quito la vida, el cuadro fue lo único que seguía intacto sobre la pared.

Todo marchaba bien hasta que el cuadro llego a nuestra vida. Papá perdió el empleo, mamá discutía con él por cualquier cosa que le molestaba y yo; yo no estaba incomodo más que por los insultos que papá lanzaba contra mi progenitora. Los escuchaba gritarse desde la habitación contigua. La habitación que habían compartido por casi 15 años, esa que había sido testigo de tantas noches amorosas ahora era campo de batalla donde la tregua estaba prohibida.

Podía escucharlos todos los días, pero dejé de escucharlos cuando empecé a escucharlo a él. Parecía que él tenía aún más dolor que yo por ver a mamá y papá distantes. Todas las noches sollozaba y lloriqueaba tan leve como si quisera hacerse escuchar por nadie. Pero yo lo escuchaba, yo podía oírlo y su dolor me agobiaba. Yo lloraba por él. Todas las noches que mamá irrumpía en mi habitación, el se inmutaba y yo continuaba mi lamento, la ingenua pensaba que me dolía lo que vivía con mis padres, y aún si fuera así; no lloraba por eso. Lloraba porque el dolor del niño era aún más fuerte.

No paso mucho tiempo después de la primera vez que lo oí cuando comenzó a platicar conmigo. Nunca lo ví, no supe como era. Su voz era dulce, tierna, inocente, siempre que quería verlo y enseñarle mis juguetes para regalarle alguno simplemente no podía abrir mis ojos, estaba muy cansado y tenía mucho sueño. Eso me asustaba mucho, núnca supe quién era, como era, que quería y porqué estaba ahí, en mi habitación diciendome, cosas.

Dormir comenzaba a ser incómodo. Siempre que le contaba a mamá lo que el niño me decía no prestaba mucha atención a sus palabras, probablemente porque los grandes tienen siempre una explicación para todo, la suya talvéz era que yo inventaba todo lo que el niño me decía por el divorcio que atravesaba mi familia. Mi error quizá fue contarle a mi mamá, después de ese día nada fue lo mismo. Aquél niño con semblante tierno y triste empezó a contarme cosas cada vez más siniestras, ya no lloraba, ahora reía. Su risa era muy tenue y traviesa.

Las pesadillas eran frecuentes, pesadillas tan horribles de las que no podía despertar. Pude ver a mi abuelo agonizando entre las llamas que se elevaban por todos lados de su dormitorio. El se movía, sentía el dolor aguzante por todo su cuerpo pero no podía despertar, tampoco grito.

Pude ver a mi papá, blanco y frio como la nieve, de pie, frente a la ventana y con la camisa que mamá le había regalado el día del padre. Al llamarlo, papá volteó y en su camisa relucían dos agujeros que penetraban hasta su cuerpo, uno en su pecho y otro en su vientre. De ellos ya no brotaba ni un hilo de sangre, ya no quedaba nada de ella en él.

Como esas, muchas malas noches hasta hoy. Mañana mamá me va a llevar a vivir con mi abuela, el juez ha fallado a favor de mi madre y la custodia es suya. Papá se quedó con la casa y yo, me quede sin ellos. Solo hoy escucharé su llanto y aguantaré sus sueños. Pero será dificil poder olvidar lo que el me contó hace unos días.

El niño asesinó a su hermana.