Bien pudo concertar
otro encuentro con alguien más, sin embargo, no lo hizo. “Lycos” parecía un
sobrenombre cargado con mucho vigor para alguien que solo buscaba sexo esa
noche. La ciudad estaba casi desierta, excepto por esos lugares donde los
jóvenes se reunían para bailar, trasnochar, beber, fumar y aparearse como
fenómenos de circo ante las miradas penetrantes de los voyeristas en los
cuartos oscuros de algunos antros.
La discreción era su
fuerte; trabajaba en la oficina del ayuntamiento y se consideraba como la mano
derecha del alcalde quien ya llevaba dos elecciones, fraudulentas y con muchas
malas acciones de administración gubernamental como la venta del treinta por
ciento de terreno del cementerio local a un empresario chino quien planeaba
construir una gasolinera y un cine erótico. El ambiente nocturno era un tanto
diferente a las demás noches, después de tres días de intensas precipitaciones
pluviales, la luna se mostró detrás de unas nubes dispersas y difuminadas como
si el dedo de Dios hubiera pasado sobre ellas barriéndolas y mezclándolas
homogéneamente con el cielo oscuro.
Era una luna grande,
amarilla, con mucha luz y en perspectiva, no parecía rebasar los 20 metros del
edificio más alto de esa ciudad hundida en la pervertida noche.
Recibió un mensaje
instantáneo de “Lycos”, <<Vivo a dos cuadras de tu departamento, tienes
suerte. Vas a pasar una noche inolvidable, estoy muy caliente y quiero
aparearme contigo. Mi número, 646 489 0962, márcame en veinte minutos para que
te regrese la llamada y sepas que tienes que abrir la puerta del edificio, no
es lo único que vas a abrir o lo que voy a abrir>>. Las palabras eran un
poco más fuertes que esas, la discreción y el pudor me impiden poner sus líneas
reales.
La excitación se hizo
presente después de leer su mensaje, podía sentir el deseo de penetración en su
cuerpo y empezó a tocarse. Treinta minutos después, conoció a “Lycos”. Un chico
muy atractivo, de quien dudaría irrefutablemente fuera soltero o que no tuviera
pretendientes. De un metro noventa centímetros, piel morena, cabello negro
largo hasta las mejillas, labios delineados carnosos; aun con la playera
puesta, podían verse unos pectorales trabajados y un abdomen de adonis a cual
ningún mortal podría resistirse a morder desde la boca del estomago hasta la
parte baja de su vientre el cual, por cierto, tenía una fila de vello púbico
invitando a aventurarse y descubrir los placeres de Eros.
La charla duró mucho
menos de lo que yo como autor había premeditado. Después de haber atravesado
unas frases, ambos ya habían pasado a la alcoba deshaciéndose de su ropa
mutuamente. No sé quién de los dos estaba más deseoso de tener al otro sobre la
cama, si quién envió el mensaje o quien buscaba un encuentro. “Lycos” se veía
muy sobre exaltado al tener un cuerpo tan suave y frágil como ese, al contrario
de “Lycos”, solía hacer spinning, yoga y Pilates. Su piel era blanca y tersa,
tenia ojos color miel y su cabello olía a pétalos de flores rojas como la
sangre que hacía a su piel cambiar de color con el furor de la sensación al tener un cuerpo que hervía junto al suyo y un miembro erecto que sentía debajo
del bóxer de “Lycos”.
No se molestaron en
apagar las luces, el departamento estaba en un quinceavo piso y era el primer
edificio de la zona alta de la ciudad, eran privilegiados pues tenían una vista
magnifica de la ciudad, podían ver a todos y ninguno podía verlos. “Lycos” tomó
con un brazo el cuerpo frágil que tenía como pareja esa noche y se dejó caer
con ese cuerpo sobre la cama; de un jalón desgarró la ropa interior que su
pareja llevaba todavía puesta y aunque su amante quería hacer lo mismo tuvo que
conformarse con pedirle amablemente que se lo quitara pues era tan débil como
una flor marchita.
Todo parecía marchar
tan excitantemente bien por ambas partes; tanto, que la pareja de “Lycos”
parecía disfrutarlo mucho, con excepción de que su cuerpo percibía el aumento
de la temperatura de “Lycos” quien sudaba en exceso como si la lluvia se
hubiera mudado de la ciudad a la habitación donde se llevaba el acto. Sin
embargo, eso no parecía importar a la persona que estaba debajo de “Lycos”; más
bien, parecía excitarle aun más y a “Lycos” parecía no importarle.
Déjeme decirle que
todo sucedió tan rápido que ni siquiera yo pude preverlo, la pasión cegó mi
sentido de alerta, y bueno ¿Quién necesitaría usar ese sentido cuando esta
presenciando un acto tan exquisito como el descrito? Eran más de las once
cuando “Lycos” penetraba vigorosamente a su amante quien parecía disfrutar cada
momento de la velada.
Justo cuando su pareja
había pensado que el éxtasis llegaba a “Lycos”, paso las manos por su espalda
caliente y pudo sentir, al arañar su piel morena que las vertebras de la
columna era cada vez más pronunciadas, como una cordillera montañosa que corría
desde la nuca hasta el coxis.
Fue cuando la pareja
sexual de “Lycos” paso a un estado de conciencia y fue la primera vez desde que
habían comenzado los besos que no lo había escuchado producir un sonido más que
un gemido gutural muy grave, como el de un corredor fumador compulsivo que no
tenia mas vida deportiva que el abrir una cajetilla. Y ya no era su imaginación
que provocaba un estado de hipnosis sexual, ahora podía asegurar que el cuerpo
de “Lycos” se hacía cada vez más pesado y cada vez más caliente.
Cuando quiso hablar
con “Lycos”, no pudo emitir ningún sonido porque el peso de semejante moreno
oprimía la caja torácica de su pobre amante, quien intento advertirle de tan
inoportuna situación tomándolo por las caderas que arremetían cada vez mas
fuerte sobre su pelvis casi destrozándole su esfínter y los huesos de esa zona.
Su cabeza estaba de lado sobre la cama por lo que le impedía ver el rostro de
ese amante fogoso que tenía encima, pero escuchaba su respiración, que iba
ascendiendo cada vez más.
La desesperación al no
poder respirar por tener ese pesado cuerpo se apoderó de la pobre criatura de
21 años que luchaba por apartar a “Lycos” pero, para su desgracia, las sesiones
de spinning y yoga no le habían dado la fuerza suficiente para poder quitar a
un hombre que prácticamente le triplicaba en peso. Intentó apartarlo por última
vez antes de desmayarse por falta de gas vital en sus pulmones, cuando estaba a
punto de perder el conocimiento “Lycos” lanzó un grito ahogado, como si hubiera
llegado al orgasmo por lo que levantó su cuerpo y se apoyó sobre la cama con
las manos sin apartarse del cuerpo delicado que una vez pudo sentirse libre
para respirar, inhalo una gran cantidad de aire como ávido de obtener todo el
posible de la habitación.
Después de recobrar el
aliento, estaba a punto de perder la cordura y hacerle saber a “Lycos” su
impertinencia por no poner ni un poco de atención a su amante ocasional. Viro
la cabeza para observar el rostro de “Lycos”; fue cuando su estado de
conciencia quedo inerte, un sudor frio corrió desde la punta de sus pies hasta
su nuca y cada poro de su terso cuerpo broto haciendo su piel parecer a la de
una desafortunada gallina decapitada puesta a hervir en una vaporera.
“Lycos” tenía una
expresión muy particular en su rostro, era una mueca tan aterradora que podía
haberla usado un artista escultor para hacer un trabajo gótico en alguna nueva
iglesia que necesitara dos enormes gárgolas en las torres para simbolizar el
alejamiento del demonio en la nueva morada de Dios. Aunque “Lycos” no era una
gárgola la expresión facial lo hacia parecer mucho a una. “Lycos” no gritaba
solo jadeaba como si el fumador estuviera ahora presentando un cuadro de
insuficiencia pulmonar crónica.
El miembro de “Lycos”
que aun seguía en el delicado cuerpo de su amante engrosaba rápidamente lo que hacía
sufrir a su pareja profusamente pues parecía ser penetrado por tres miembros a
la vez y sin posibilidades de poder moverse, la inocente pareja de “Lycos” se
encontraba entre la cama y ese cuerpo mutante. Un hilo de saliva que brotaba
desde la boca torcida de “Lycos”, esa
boca dejaba ver unas encías sangrantes rojas, la sangre se mezclaba con la
saliva que iba descendiendo hasta el pecho de aquella pareja sexual quien solo
buscaba un buen encuentro nocturno y trabajar en el aburrido ayuntamiento al día
siguiente.
Quería gritar pero el
aire recobrado no era suficiente hasta ese momento y por si fuera poco, su
cerebro se había desconectado por un momento del sistema nervioso y aunque su
subconsciente indujera alguna reacción coordinada del cuerpo en respuesta para
protegerse del peligro, la gran computadora central no reaccionaba por falta de
oxigeno o tal vez por que predecía lo que a continuación sucedería, así que no
vio ningún objetivo en gastar energía que podría ocupar mas tarde para seguir
activo.
Los ojos sangrantes de
“Lycos” miraban hacia muchos lados y ninguno a la vez, los glóbulos se movían
demasiado rápido y parecían lubricarse con las lágrimas que salían de aquel
moreno al sentir dolor físico por la metamorfosis que sucedía en su cuerpo. Un
crujido como el de hojuelas de maíz tostado siendo trituradas por las
mandíbulas de los pequeños infantes podía escucharse dentro del cuerpo de
“Lycos” sus huesos se quebraban para dar más espacio a los órganos que crecían
junto con el cuerpo.
De su boca comenzaban
a caer los dientes y eran remplazados por enormes colmillos amarillos, las
mandíbulas de “Lycos” sangrantes por la muda de dientes se quebraron y se
salieron protuberantemente simulando la forma de un hocico canino en el cual,
los ahora colmillos del monstruo salían horrorosamente de ese hocico
sangriento. La piel de la espalda se desgarro y un tumor muscular broto con
solo un poco de vello el cual ya le empezaba a cubrir todo el cuerpo aunque no
en cantidad.
Para este momento, el
hermoso y tierno cuerpo blanco amante que aún seguía tieso y frio como cadáver
aunque todavía no lo fuera permanecía observando en primera fila aquella
grotesca metamorfosis que sucedía justo en su cama, tal vez haya sido buen
momento para gritar pero permaneció inmutado un horrendo grito interrumpió mi
concentración cuando “Lycos” penetro la espalda de su amante con las gruesas
uñas que aparecieron tan rápido como cuando ambos habían pasado de una charla a
unos besos y luego a desnudarse y luego a aparearse. Ahora la pareja de “Lycos”
podría volver a vaciar el aire de sus pulmones en un grito tan desgarrador que
ni el mismo “Jack the Ripper” pudo haber logrado con alguna de esas tantas prostitutas
que abrió vivas.
“Carajo, debí haber
dejado este desmadre para otra noche”, seguramente eso debió pensar esa persona
influyente de las altas esferas de gobierno. Pero hoy era su noche, hoy moriría.
Aunque le costaba trabajo asimilarlo, como poder asimilar ser muerto por un
maldito moreno hermoso con quien había pasado una buena hora de sexo y que de
la nada se había transformado en un desquiciado sangriento zoofílico. También
pensaba en la mierda que dicen sobre ver la vida pasar por tus ojos, lo único
que veía era un endiablado animal encima de él y lo único que pensaba era en cómo
fue tan idiota como para buscar un rato agradable con alguien, habiendo tantos
juguetes debajo de su cama, ¡Maldita sea! Ahora entiendo tu seudónimo maldito
anormal, pensó también.
Ahora no pensaba nada,
la antesala a su muerte había empezado.
“Lycos” termino de
jadear tan repulsivamente como en su proceso de transformación, ahora solo
miraba detenidamente a todos lados de esa extraña habitación donde se
encontraba, no podía distinguir colores solo luz y sombras, movimiento. Pudo
olfatear el sudor mezclado con testosterona lo que hizo a “Lycos” eyacular al
instante, un chorro caliente casi hirviendo de semen fue expulsado sobre el
vientre de la pareja, lo que hizo moverse con cierto asco e incomodidad al
sentirlo sobre su piel. “Lycos” notó que no era el único en la extraña
habitación, bajo la enorme cabeza amorfa y se vieron a los ojos, por primera
vez desde que ambos habían entrado a la habitación.
“Lycos” tenía unos
ojos inyectados de sangre y su mirada era tan siniestra como la de algún
demonio, proyectaba odio y abominación. “Lycos” acercó su hocico enorme a la
cara de su pareja. Lo único que pudo pensar la pareja sexual de “Lycos” en ese
momento fue la forma de poder suplicar, “-Por favor…..-” fue lo mejor que se le
ocurrió.
El último beso,
“Lycos” abrió sus fieras mandíbulas y las coloco en los labios rojos de aquella
persona, cuando “Lycos” levanto su amorfa cabeza se llevo consigo los labios,
nariz, barbilla y parte de las mejillas de su caliente amante. Quien esta vez
grito aun más de lo que había gritado en toda su vida. Una última acción
silenció a su amante para siempre cuando de una mordida le cerceno la cabeza.
En aquel pasillo largo
y solitario del quinceavo piso, justo después de las 12:55 de la mañana. Un
terrible y sobrenatural sonido pudo escucharse detrás de la puerta del
departamento 1566. Era similar al aullido de un lobo.